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Historia de un retrato: Antonia Mercé por Anselmo Nieto en el Ateneo de Madrid



El cuadro, obra de Anselmo Miguel Nieto, nos presenta a una joven Antonia Mercé La Argentina que cuenta con 22 años de edad. Ataviada a la moda de la época, luce un vestido blanco con amplio babero de encaje sobre el que destaca una rosa prendida en el pecho. Sus famosos ojos verdes miran al espectador, mostrando su amplia sonrisa mientras que el rostro se enmarca con un desaliñado moño, lo que ofrece al conjunto un aspecto casual de instante congelado por los pinceles del artista, a lo que hay que sumar el efecto de inacabado o abocetado de la técnica. Son destacables las firmas que se acumulan en el lateral derecho de la obra, doce en total, entre las que destacan las de Luis Bello o Jacinto Benavente. Este retrato se realizó cuando la bailarina volvió de su primera gira en el extranjero -a su vuelta de Portugal y antes de comenzar el viaje a Francia- como un homenaje a su éxito y reconocimiento.


Por su técnica podemos pensar que se ejecutó en alguna de las dependencias del Ateneo de Madrid, aprovechando una de las numerosas visitas que La Argentina realizaba a esa docta casa, donde posaría para el pintor y donde, posteriormente, rubricarían sus admiradores.

La técnica empleada –gouache, óleo y clarión sobre papel- así como la palpable rapidez en las pinceladas y la construcción de la figura, avalan esta teoría.


La obra acompañó a La Argentina toda su vida, en sus viajes y diferentes domicilios y debía guardar un especial cariño hacia la misma. El mal estado de conservación que presentaba antes de su restauración –realizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con motivo de su exhibición en la exposición La Noche Española. Flamenco, vanguardia y cultura popular. 1865-1939.- demostraba que la obra había sufrido avatares diversos. Su enmarcación responde al gusto francés, con un marco de madera y escayola sobredorada, dentro de los realizados a finales del siglo XIX en Francia, donde posiblemente se procedió a dotarla de marco.


Tenemos que destacar que Manuel Azaña fue presidente del Ateneo y gran amigo de Antonia, a la que condecoró. El cuñado de Don Manuel, Cipriano Rivas Cherif escribía los libretos de los ballets de La Argentina.



Antonía Mercé y el Ateneo (notas facilitadas por el bibliotecario)


(...) Antonia Mercé se decantó por moverse dentro del mundo de los intelectuales, cosa que la llevó a frecuentar el Ateneo de Madrid, donde bailó para ellos y lugar donde, según palabras suyas, se consagró como bailarina. Este hecho la vinculó al Ateneo de por vida y, sin lugar a dudas, hizo de ella la artista preferida de los intelectuales, proporcionándole un carisma diferente entre sus compañeras.


[endif]--(...) En 1925 la capital francesa y la crítica en pleno aclaman su forma de interpretar El Amor Brujo de Falla. Antonia se ha consagrado como artista internacional y, a partir de ahora, recorrerá los cinco continentes siendo aclamada en cada una de sus representaciones. Francia la considera suya, Coco Chanel la viste, Picasso interviene en sus puestas en escena y la vanguardia parisina le rinde culto. Pero La Argentina no olvida España, volviendo a menudo y visitando el Ateneo cada vez que está en Madrid. Sin lugar a dudas a ella debemos la exposición que Cartier Bresson realizó en 1932 en la Sala de Exposiciones de la docta casa, la cual quedó amenizada por su baile la misma tarde de la inauguración, hecho que el fotógrafo recordará en su memoria. (...)


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