Paco Mora siempre sorprende. Le he visto a través de los años y admirado como bailaor y coreógrafo. Recuerdo la última vez que le entrevisté con motivo de aquella exitosa "Bodas de Sangre" que representaba su compañía en el Teatro Alcazar de Madrid, hace unos años.
Paco se vió obligado a detener su actividad artística para cuidar a su madre, aquejada de Alzheimer. Pero no son los deseos los que conforman la realidad, sino que por el contrario es la realidad la que modela las ansias creativas. En Paco la vida ha hecho arte y a través de él ha sido capaz de nuevo de transmitirnos su poderoso mensaje.
Queda patente su enorme capacidad de reconvertirse, de reiniciar el disco duro en una nueva etapa. Y nos demuestra como es capaz de nadar contra corriente en unos tiempos en los que solo se ensalza lo bello, la juventud, el placer.... ha conseguido despertar la ternura con unos vídeos que ya son virales y que tienen a su madre Carmen Mora, una mujer enferma de 86 años, como protagonista.
Con ella ha construido su nuevo espectáculo, "Flamenco para recordar", con el que gira por los teatros de toda España.
Paco Mora lleva el genio de la danza dentro de sí, y por ello su talento se manifiesta y surge venciendo las más complejas circunstancias. Nada ni nadie pueden ahogar el brillo de su mente, sus ideas y esa forma de contar las historias a través del baile que hacen de él un gran coreógrafo. Posee sin adulterar ese don que tantos ansían y solo tienen unos pocos, por eso es tan auténtico, tan pasional y a la vez tan lleno de ternura y generosidad.
-¿Cómo tuviste la idea de hacer este espectáculo sobre el Alzheimer?
-Todo surge muy en la intimidad de mi casa, mi madre va empeorando con la enfermedad y yo voy necesitando volver a mi vida... Ella se va aislando de la realidad y quiero luchar contra ello. De repente, me doy cuenta de que a través de la Copla y el Flamenco compartimos, tenemos cosas de que hablar, sus recuerdos y su mente reviven.
-¿Y surge la historia de tu madre?
Sí, en los vídeos que yo filmaba y colgaba en las redes, hubo uno en concreto donde ella se pone a llorar desconsoladamente y me cuenta la historia, que yo ya sabía, de que ella quería ser bailarina pero su padre la sacó de la Academia del maestro Rosén porque decía que él "no criaba hija pa puta".
-¿Quién era el maestro Rosén?
-Un conocido maestro de danzas de aquel tiempo y no justamente reconocido. Es el creador de la malagueña como baile regional que hoy conocemos como las malagueñas de fiesta, y se sigue respetando la coreografía del maestro Rosén.
-¿Por qué crees que tu abuelo tenía tan mala opinión del baile?
-Mi abuelo, que era muy juerguista y conocía bien el mercado artístico desde la perspectiva de espectador, cerraba el conocido Café de Chinitas y lo que allí pasaba era como en Las Vegas, se quedaba en el Chinitas... No quiso que su hija pudiera algún día frecuentar esos ambientes; mi abuela por el contrario la llevaba a escondidas a academia del maestro Rosén, pero murió cuando mi madre tenía 12 años.
-Los recuerdos de tu madre en la Academia del maestro Rosén también son los recuerdos de un tiempo en que era feliz, porque imagino que quedarse huérfana de madre en la niñez marca mucho.
-Ella siempre lo tuvo como un recuerdo imborrable: la danza, la academia del maestro, su madre... Quizás en mí se vio reflejada y por eso llevo su apellido como nombre artístico, y por ello creo que merecía que su sueño de ser bailarina se cumpliera. Eso me encendió la luz. Si yo había abandonado todo para atenderla a ella, ¿por qué no regresar a los escenarios para cumplir su sueño?.
Y así fue, en una tarde me puse a escribir el guión y, salvo variaciones que han ido produciéndose, creé lo que que hoy es Flamenco Para Recordar...el Espectáculo.
¿Es posible que tú te hayas dedicado a la danza por una especie de componente genético?
-No sé si genético, pero está claro que hoy soy el hijo de la Artista. Después de 30 años de carrera, cedérle a ella el protagonismo es un verdadero orgullo. No sé hasta qué punto la genética tiene importancia, pero lo que está claro que en mi casa siempre se escuchó Flamenco, con dos aficionados de estilos distintos: mi padre más Marchenero; mi madre más Caracol... y la primera vez que vi una clase, y fue de ballet, yo supe que quería hacer aquello, finalmente el Flamenco fue mi camino, pero la Danza es mi vida, por eso dejarla era perjudicial par los dos, volver de nuevo con ella de la mano, es volver pleno.
-Y ¿Cómo fue que el hijo de la niña que no pudo bailar sí que consiguió ser bailaor?
-Mi primer contacto con la danza, al margen de lo que podía ver en la televisión, fue una vecina del barrio, Ana Trujillo, que daba clases de Ballet y desde la ventana yo veía movimiento y me llamaba la atención. Un día a comienzos de curso vi una clase de Ballet en el colegio, me gustó, pero aquello era para niñas.
Yo jugué al fútbol, incluso mi padre intentó que entrara en la cantera del Málaga, pero...no toqué la pelota, jugaba al Baloncesto y no me gustaba, jugué al balonmano y me partí un brazo...empezaron unas clases de guitarra y la profesora hizo de todo menos aficionarme. Así que un día, siendo mi madre muy conocida en el barrio, vi las clases de bailes regionales y le dije a la profesora, Marichu, que me quería apuntar. No quise decir nada en casa, pero me comprometí a pagarle lo que costaba, quinientas pesetas, en la siguiente clase.
-¿Pagaste tú mismo las clases? ¿De dónde sacabas el dinero?
-Como mi madre tenía negocio y de vez en cuando yo le vendía alguna bobina, algún recado que me mandaba, lo metía en caja y lo fui guardando y así fui pagando mis clases. Mi madre, de momento no se enteraba.
-¿Cuándo se enteró?
-La cosa iba complicándose porque para el fin de curso me tenía que hacer un traje con sombrero para bailar las verdiales. Y volví a la batalla de “mamá yo quiero apuntarme, además hay otros niños en las clases, están Pedro y Jose María (mentira, yo era el único niño, es verdad que José María empezó, pero luego no continuó)".
La convencí: "Vale, dile a Marichu que yo le pago a final de mes"...las clases estaban ya pagadas, uff, menos mal pero... y el traje del fin de curso? Así que esperé un par de semanas y fui juntando algunas cosas.
Pero el sombrero de Verdiales era complicado. Así que a las dos semanas, volví a la batalla: "Mamá tengo que hacerme los trajes de fin de curso", "¿Pero cómo vas a tener que hacerte ya los trajes?"... Me ofusqué y se ve que la convencí, así que le encargó a una vecina el sombrero de Verdiales, que, por algún lado debe estar guardado, en alguna caja. A partir d entonces ya fui libre.
-¿Qué edad tenías?
-Yo tendría unos 9 o 10 años.
-¿Cómo pasas de los bailes regionales al flamenco?
-Fue a los 12 años. Verás, nosotros veraneábamos en Mijas Costa y en los bares de la urbanización siempre había actuaciones de grupos flamencos, así que mientras mis amigos estaban jugando...yo en los bares viendo las actuaciones. Un día en la heladería "Larpe" donde había espectáculos, el bailaor (tocayo mío, Paco) se puso malo, así que las dos bailaoras que iban con él estaban desesperadas porque no sabían qué hacer con las coreografías.
Y yo, que casi llegaba allí antes que ellas y me trataban de lujo y me sacaban de vez en cuando a bailar rumbas... les dije que me sabía las coreografías y que yo podía hacerlas. Hicimos 4 ensayos en media hora, jajajjaja, viendo lo que hacía Paco, no lo hice todo, sólo cuatro cosas imprescindibles, pero...cuando terminé le dije al dueño que me tenía que pagar. Se echó a reír y me preguntó que cuánto quería, le dije: "quinientas pesetas", y me las dió.
El bailaor se tiró 15 días enfermo y yo cobrando quinientas pesetas por actuación, que eran muchas pesetas.
-¿Y tu familia no sabía nada?
-A mi madre cuando le decían que me veían bailando en la heladería, suponía que me sacaban y poco más. Hasta que un día mis padres fueron con mis tíos a dar un paseo y terminaron sentados en la heladería poco antes de empezar la actuación. Bailé, y cuando terminé me acerqué a la mesa. Me preguntó, que por qué no le había dicho nada a lo que contesté “¿Me hubieras dejado?”. “No”, respondió. "Ea, por eso no te lo dije"....
-Vamos que te lanzaste al tablao sin pestañear...
-Cuando aquellos quince días terminaron, un día me volvieron a pedir que sustituyese a Paco porque se iba a una gira por Marruecos, así que terminé todo el verano bailando en la heladería Larpe.
-¿Te sentirías muy feliz?
-Muchísimo, allí definí mi vocación. Y pasó algo increíble. En uno de los descansos (eran tres pases de media hora) las bailaoras se pusieron muy nerviosas. ¡Antonio Gades estaba allí e iba a vernos bailar! Yo no sabía ni quién era Antonio Gade. Sí había oído hablar de él, pero no como para tenerle miedo... Hicimos el último pase y nos acercamos a su mesa; estaba con la que era su esposa entonces y unas niñas, supongo que sus hijas. Recuerdo la sensación de cómo me cogió por la cintura y me preguntó "¿A tí te gusta bailar verdad?", y yo contesté, sí, mucho. "Pues estudia porque tienes madera". Fue mi final del verano.
-Vaya historia Paco, de la heladería a Gades, me tienes intrigada ¿Qué sucedió a partir de entonces?
-Empezó el curso y entré en Coros y Danzas de Málaga y me hice un altar con la Virgen de Archidona (una estampa que aún guardo por algún sitio). Le pedí tres deseos.
-¿Qué deseos?
-Dedicarme al baile, tener algún día mi compañía y que algún día pudiera trabajar cerca de Antonio Gades (ya sabía quién era y se convirtió en mi ídolo). Los tres deseos se cumplieron.
-¿Has bailado en el Compañía de Antonio Gades?
-No llegué a entrar en la compañía de Antonio pero sí me seleccionó en una audición que hubo en su estudio, no recuerdo el año pero sí el día, 3 de marzo, mi cumpleaños, los compañeros me compraron una tarta. Estuve ensayando Fuenteovejuna.
-¿Recordaba Antonio Gades que tu eras el niño de la heladería?
-Una vez en el estreno en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, me atreví a recordarle aquella anécdota. Y sí se acordaba “¿tú eres aquél niño gordito?”, no lo había olvidado. Yo era gordito, el peso ha sido siempre mi cruz hasta que Saura, cuando me contrató para hacer el Herodes en su película “Salomé”, me dijo que tenía que engordar para el papel. ¡Fue el mejor contrato de mi vida!
-Y los otros dos deseos que pediste.
-Llegué a montar mi compañía con 24 años, estaba trabajando con Rafael Aguilar, Mario Maya y ensayando con José Antonio "El Sombrero de Tres Picos"; también a veces trabajaba en Casa Patas, y me dieron la primera temporada de verano de Casa Patas, hice “Lorca Baila” con actores entre el público y aquello pegó el bombazo; al año siguiente lo estrené en el Teatro Alameda de Málaga y tres meses después hicimos temporada en el Nuevo Apolo de Madrid, el año 1998... a partir de ahí, ya es todo, me daría para contarte otro capítulo de historia.
-¿Cuando podremos veros próximamente sobre los escenarios con Flamenco Para Recordar?
Estaremos en el Gran Teatro de Cáceres el 20 de septiembre, el 21 y 22 de septiembre en el Teatro Tábora de Sevilla, y seguiremos por toda España (Jerez, Ciudad Real, Málaga, Almería, Mataró...)
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