
En el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares voy a ver “Alma danzante” de la Compañía Esquivel (Danza&Música).
El teatro está lleno y comienza la aventura escénica de situar a los espectadores del siglo XXI en un contexto de otro mundo, pues dentro del ciclo dedicado a Catalina de Aragón, que celebra su segunda edición con la intención de recuperar la memoria de esta ilustre alcalaína. Nacida en el Palacio Arzobispal un 16 de diciembre de 1485, hija de los Reyes Católicos, reina de Inglaterra tras su matrimonio con Enrique VIII, adorada por el pueblo, pero repudiada por su marido.
La compañía Esquivel con “Alma danzante” nos propone un recorrido por la danza y la música que constituyeron el paisaje sonoro y coreográfico en los reinos de España, el reino de Inglaterra y el contexto europeo de su época: Bajasdanzas, Alta o Pavana española se arremolinan junto con la versión “a la inglesa” de Passamezzo y del Canario, que haría estallar el corazón de algún personaje shakespeariano.
Y nos transportaron al siglo XVI. Fue algo exquisito de una delicadeza tan sutil que nos hizo salir flotando del teatro.
Pero el alma del Alma Danzante tiene un nombre: María José Ruiz Mayordomo -directora de Esquivel-, una artista investigadora, soñadora y perfeccionista como ninguna. Si no existiera habría que inventarla. Necesitamos muchos seres como ella, nacidos para dar belleza al mundo.
Esquivel cumple 30 años.

-¿Poner en escena una danza histórica es recrear?
-Yo lo diría mejor que es como reconstruir o restaurar, porque solo el hecho de darle movimiento es per se incompleto. A mí la definición de danza que me parece más acertada es la del escritor Vicente Marrero: “la danza está a mitad de camino entre las musas y las bellas artes”.

-¿Se refiere a que tiene tanto de técnica como de inspiración?
-Es un compendio de las musas y de las cinco bellas artes: pintura, escultura, poesía, música… Todas están en ella, es poliédrica.
-¿Qué significa para ti?
-Para mí la danza tiene un algo sagrado, eleva el físico y también el alma. Llega al espíritu.
-Pues conmigo reconozco que lo habéis conseguido, he salido flotando del teatro.
-Me alegro, ha sido una verdadera apuesta que hemos realizado gracias al Concejal de Cultura, Santiago Alonso, que pensó que era necesario para Alcalá tener un ciclo de música antigua. Celebramos la segunda edición. La princesa Catalina nació aquí y merecía ser homenajeada.

-Pobre princesa Catalina, la casaron con Enrique VIII... ¿Cómo te enfrentas a un personaje histórico para recrear su momento?
-Trato de meterme en su piel, investigo hacia adelante pero también hacia atrás, porque somos producto de nuestra educación. En el caso de Catalina comienzo pensando en su madre, Isabel la Católica, y me planteo averiguar que tendría de ella.

-La reina Isabel…
-Investigo todo lo que puedo de cómo fue. Por ejemplo, en su inventario había dos libros de danza: uno regalo de su nuera, y otro, que heredó su hija Juana, pero que se ha extraviado.
Isabel era muy culta, dominaba varios idiomas, latín, francés… Vestía con gran lujo.
-Yo pensaba que lo hacía de forma austera.
-No, su vestuario era maravilloso y muy elaborado, mostraba a través de él su poder. Es fundamental para mí el estudio de la ropa porque marca el modo de moverse. Para entender el cuerpo tengo que entender el vestido ya que mediatiza el movimiento.

-¿Se moverían de forma distinta Isabel la Católica y su hija Catalina?
-Probablemente, pero seguro que lo hacían bien. Isabel deja de ser medieval, simboliza y acciona el paso hacia una nueva concepción de lo femenino, construye el papel de las que serán las futuras mujeres, educa a sus hijas para reinas.
-¿Estaban, en cierta forma, programadas?
-Las princesas están educadas para favorecer los intereses de sus reinos, son las mejores embajadoras de España, y el motor de nuestra política cultural. No en vano la gente más prestigiosa de toda Europa se vestía al modo español hasta bien entrado el siglo XVII.

-Realmente, Catalina fue muy inteligente. Recuerdo que, cuando por orden de su esposo, Enrique VIII de Inglaterra, en el juicio para declarar nulo su matrimonio y posibilitar el del rey con Ana Bolena, Catalina ejerció su propia defensa con gran convicción.
-Era un reina muy querida por su pueblo, imagínate que todavía ponen flores en su tumba.
-Y si pudieras pulsar el botón de una máquina del tiempo que te permitiera ver bailar a un personaje histórico ¿Cuál escogerías?

-Uff, eso es como entrar en una pastelería colmada de pasteles y solo pudiera coger uno (ríe).
-Escoge.
-Isabel la Católica. Yo creo que bailaba estupendamente.
-¿Por qué?
-Debía tener un encanto especial para conseguir lo imposible. Tengamos en cuenta que no era la primogénita, además era mujer y logra convencer a la nobleza para que la apoye en su ascenso al trono; conquista a Fernando de Aragón y se casa con él… Se vuelve protagonista de la historia y eso no se puede lograr sin encanto, y el encanto en el movimiento está en la danza. La danza es el gobierno del cuerpo, no se puede gobernar un país si no eres capaz de gobernarte a ti mismo. Me hubiera encantado verla bailar. De ahí viene todo, y traspasa ese encanto a sus hijas.
La danza era un arma política. También era un signo de salud y de la fertilidad, algo esencial para dar continuación a las dinastías.

-Enrique VIII repudia a Catalina para casarse con Ana Bolena (a esta sí le corta la cabeza) y no tuvo un hijo varón, pero sí una hija, María Tudor, que también te inspira el espectáculo.
-Sí.
-A María Tudor los ingleses le pusieron fama de sanguinaria, pero debió de ser una mujer culta porque su maestro fue Luis Vives.
-No pudo ser tan sanguinaria porque reinó muy poco tiempo, su sucesora, su hermanastra la reina Isabel de Inglaterra, sí que tuvo más tiempo de serlo.
-Ja, ja… que se lo pregunten a su prima María Estuardo.

-Es que nos venden la historia constreñida en clichés, luego te asomas a las fuentes y hay cuestiones que no se sostienen.
-Hemos hablado mucho de historia, pero no de ti y de vuestra maravillosa compañía de Danza y Música, Esquivel. Cumplís treinta años.
-Comenzamos la andadura en 1995, el tiempo pasa tan deprisa que tengo la sensación de que fue ayer. Habían transcurrido las celebraciones del 92, Madrid fue nombrada Capital Cultural de Europa. Recuerdo cuando entonces participé en un Auto Sacramental celebrado en la Plaza Mayor… pero llegó el 93 y las artes escénicas se sumergieron en una crisis muy profunda, las arcas se quedaron las arcas vacías. Entonces comenzamos.
-¿Quiénes comenzasteis?
-Pablo Gastaminza, que es el director musical de Esquivel desde entonces, un grandísimo especialista en repertorio musical barroco y maravilloso intérprete de violín-viola, y yo. Es como mi hermano artístico.
Nuestro debut fue en el Festival de Música Antigua del Castillo de Aracena.
-¿Uno de los sellos principales de Esquivel es que concedéis la misma importancia a la música que a la danza?

-Sí, es algo que nos caracteriza.
-¿Se toca la música demasiado deprisa, sin posibilitar su función original: ser bailada?
-Digamos que muchas veces la música va por su lado, es cierto que a veces se toca excesivamente rápido, pero también al contrario, muy despacio, por ejemplo, recuerdo una Pavana que cuando la escuché exclamé: “esa Pavana solo se puede bailar o debajo del mar o en la luna”, y es que no se había tendido en cuenta la fuerza de la gravedad.
La danza confiere realidad y una referencia indiscutible a la interpretación musical.
Pablo ha sido capaz de asumir el riesgo de contrastar ideas musicales preconcebidas con la danza, porque la música antigua si se quiere interpretar como realmente era gran parte se compuso para ser danzada.

-Me intriga saber si las mujeres, con esos trajes tan pesados, bailaban igual que los hombres.
-No, no bailaban igual, el reino de la mujer es la tierra, el del hombre es el aire. Su danza es una adaptación mutua, hacen lo mismo pero no lo hacen igual.
-¿Se mantiene la individualidad de los bailarines a pesar de ser danzas con pasos muy medidos?

-Los bailarines son como los planetas, distintos unos de otros, pero sus órbitas armonizan. Es fundamental saber respetar el espacio común para poder coordinarse.
-El vestuario de Esquivel es acertadísimo, se corresponde perfectamente con la moda imperante del momento que reflejáis.
-Eso es algo heredado de mi madre, que a su vez llegó a ella porque uno de mis tíos abuelos era sastre de Alfonso XIII. Mi madre se escapaba de casa y se iba al taller de su tío, allí aprendía. Y sabía coser tan bien que mi primer traje de danza fue copiado del que Leonora de Toledo vistió en su boda.
-Entonces ¿Vienes de familia de artistas?
-Hemos vivido muy rodeados de temas de índole artística. La afición por las artes me viene desde siempre, diría que desde la cuna. En mi familia somos todos muy aficionados a ellas. Mi madre, para que comiésemos, nos entretenía bailando. Soy la tercera generación matriculada en el conservatorio. En mi famila hay pintores, músicos, bailarines, y tenemos una vena muy lectora.
-¿Por qué te decidiste por la danza?
-Se juntó todo. Yo quería bailar desde siempre. Tuve la inmensa suerte de empezar a hacerlo con Mariemma, y nada menos que con Miguel Bustamante al piano. Cuando empiezas a beber de un genio…
Luego, a medida en que iba a aprendiendo las danzas, me preguntaba a mi misma; ¿de dónde viene esto? Comencé a investigar.
Realmente el universo te coloca en el lugar adecuado.
-¿Estás orgullosa con lo logrado?
-En nuestro género somos la compañía más longeva de Europa, pues situamos la danza y la música en el mismo nivel. Y además somos la única compañía en que sus dos directores, Pablo y yo, somos doctores.

-¿Muchas obras a vuestras espaldas en estos treinta años?
-Cada obra es una pequeña historia que hay que contar. La danza tiene que tener vida y que el público pueda percibirlo.
Pero en Esquivel el plano “performativo” tiene detrás una investigación histórica basada en los documentos originales de la época.
-En esto sí me parece que has sido de las primeras en basarte directamente en los archivos históricos.
-Cuando empezamos no se fotocopiaban los documentos, tuve la gran suerte de poder acceder a los originales. Los tocaba y sentía como si me transportaran a su momento, luego, te pones con el traje y vas completando los elementos materiales que te conducen a la conexión que reaviva el pasado.
-¿El entorno donde se representa una obra también influye?
-Sí claro, también importa mucho el espacio donde se representa. Recuerdo, por ejemplo, cuando por idea de Raúl Cárdenes actuamos en el Salón de Reinos del que fue el palacio del Buen Retiro. El viaje fue total.

-¿Cómo escogéis el momento histórico a investigar?
-Una cosa conduce a otra... ¿Qué fue antes? ¿Qué fue después?, te preguntas e investigas.
Cada cuatro o cinco años cambiamos de siglo. Te satura quedarte inmóvil en un mismo momento histórico, hay que salir para volver a entrar.
-Y podrías contarme por dónde va a transcurrir tu próxima investigación.
-Tengo ganas de entrar en el manuscrito de Cervera.
-¿Qué es?
-Es el primer experimento de notación de danza más antiguo que se conserva, son apenas dos páginas. Data del siglo XV, posiblemente de 1496.
-¿Dónde está?
-Cervera es un pueblo de Lérida, Corona de Aragón.
-Una de las cosas más ridículas de cómo se enfoca la interpretación histórica hoy en día, es hacerlo según según los límites geográficos establecidos modernamente por las Comunidades Autónomas. Pero bueno, ese sería otro tema. Dime qué contiene el manuscrito.
-Describe los movimientos de una bajadanza, un ejemplo de danza social.
-¿Qué quieres decir con “danza social”?
-Es muy importante clasificar para situar bien el contexto de un baile. Toda ciencia requiere una clasificación.
-¿En qué modo clasificarías las danzas históricas?
-La danza se podría clasicar en dos: sacra y profana, subdividiéndose la primera en litúrgica y paralitúrgica; y la segunda, según el ámbito dónde tiene lugar, se subdividiría en vulgar (en sentido de popular), escénica y culta.
-Claro, estoy conversando con una doctora, Toda una vida de danza y estudio a tus espaldas.
-Hemos llegado hasta aquí, buscando, encontrando, poco a poco, con pasos de hormiga pero con el peso de un elefante.
MERCEDES ALBI
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